11 diciembre 2010

Sandra 3 de 5

Sandra 3 de 5

Me Salí del carro y le dije a Ana “Espérame ya ahorita nos vamos”, no sé si me puso mucho caso, pues escribía un mensaje de texto a no sé quién. Y ahora que lo pienso bien, aun no sé ni porque tuve ese impulso de salir de golpe del auto, será que el destino tenía preparado lo que sucedería más adelante.

Han notado ¿Lo difícil que puede ser hablarle a una chica cuando camina con su grupo de amigas? “Te llevo” fueron las únicas palabras que pude articular torpemente a Sandra, quien sin pensarlo dos veces cerro de golpe el estuchito de maquillaje que tenía en las manos y muy confundida me dijo “Si”.

Pensé, “Bien, por lo menos no me iré solo”. Salude a sus demás amigas, pues las conocía de vista a casi todas. Nunca fui la persona más sociable del mundo, ni aquella persona con quien todos quieren sacar conversación. Se me hace un acto hipócrita hablar con alguien si solo necesitas algo o para salir de paso. Si he de hablar con alguien es porque me parece interesante o algo por el estilo. Todos estábamos en el mismo salón, así que no les resulto tan extraño a ninguna de ellas que me ofreciera a llevarla a su casa. Cuando las interrumpí alcance a escuchar que se preparaban para una fiesta que habría el fin de semana en un famoso hotel de la zona 14.

Fiesta, por fin mi panorama no se presentaba tan gris. Un poco de música escandalosa y unas cervezas harían que mis pensamientos no me agobiaran más. Aunque sé que cuando me despierte el domingo con una resaca horrible me arrepentiré, pero no aguantaba más. Las dudas de adolecente se acabaron, la hora de tomar decisiones llego. No hay nadie que tome las decisiones por vos y lo que hagas de tu vida depende de vos y solo de vos.

Esta forma tan madura de pensar me daba miedo incluso a mí. Nunca fui de los chicos responsables que ayudaban en casa y cosas por el estilo. Siempre fue rebelde, nunca me dejaron hacer lo que se me venía en gana y ahora que yo ere libre de mis actos sentía que era tiempo de soltarme y hacer lo que quisiera.

Pero mi conciencia (si aunque no lo crean mi conciencia siempre me acompaño desde que tengo uso de razón) mal que bien, siempre me ayudaba a salir de los más oscuros predicamentos. Se dice que si colocas a un bebe al borde de un precipicio y dejas rodar un balón, este no lo seguirá pues por instinto el reconoce el peligro. Pues lo mismo me pasaba a mí, tantas veces me encontré en situaciones muy difíciles y nunca me paso nada malo. Increíble pero cierto, puedo contarle miles de historias que me pasaron en mi niñez y no lo creerías pero ahora no es tiempo de esto, tal vez en otra ocasión...

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