12 julio 2010

Néctar y Ambrosia


Mañana, una vez más, ella cumple años. Y es cada vez mas difícil negarme a mí mismo que ella me gusta.

Todo comenzó el año pasado cuando comencé mis estudios en la facultad. Como es inevitable para todo ser humano, el empezar de cero es algo tan simple como respirar, ya no es nada nada raro ni novedoso.

Una de las primeras personas a las que les hable el primer día de clases fue a ella. No diré que fue amor a primera vista, pues estoy casi seguro que no fue así. Fue mientras el tiempo pasaba que ella me interesaba de a poco, con detalles tan minúsculos que son imperceptibles para cualquiera, menos para mí.

Cada día que la veía trataba de buscarle defectos para que la razón de mi ser se dijera a sí misma “Ella no es la indicada”, pero por cada defecto que mi razón le encontraba, mis sentimientos hacia a ella me hacían verle más de cien cualidades. Si no era su nombre que es totalmente fuera de lo común, la forma de vestirse, el maquillaje tan sobrio que acostumbra usar o su tan coqueto par de gafas que me encantan.

Es el amor un sentimiento que no puedes forzar. Desde el día que la conocí hasta el día de hoy, he salido con varias personas y a pesar de que he tratado de quererlas, ninguna de ellas ha podido ocupar ese lugar especial en mis sentimientos. Y me siento mal pues me gustaría corresponder a los sentimientos de las personas, pero no puedo. No afloran los sentimientos como afloran con ella… si, ella dueña de mis sentimientos… aunque no lo sepa…

Y no es que sea cobarde para confesarlo. Simplemente nunca estoy en el momento justo de su vida para poder confesarle lo que siento y de una vez por todas, saber si soy correspondido o no.

Otro cumpleaños mas y simplemente le mandare un SMS deseándole el desabrido y monótono “Feliz Cumpleaños” Sabiendo que puedo dar más y ella tal vez nunca lo sabrá. Mientras tanto seguiré amándola en secreto. Disfrutando de su compañía, de sus bromas, de sus muestras de cariño que para mí son como Néctar y Ambrosia.


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